viernes, 24 de septiembre de 2010

Llorar...


En el momento en el que te das cuenta de que esas heridas del corazón no sanaron. Cuando notas ese pequeño picor persistente o ves esas cicatrices que nunca desaparecerán, que continuarán en ti para recordarte una y mil veces lo que sucedió.

Pero lo peor es cuando aparece una nueva herida, la limpias con desinfectante e intentas que cure lo más rápido posible, en cambio por más y más que esperas no ves aparecer la misma costra de siempre.


Querría sanar por completo y olvidar, arrancar con fiereza las tiritas persistentes de mi corazón y no recordar. Mas sólo consigo que vuelva a escocer, que se vuelva a abrir y vuelva a doler con más intensidad que antes.

¡Pero yo quiero que no duela! Quiero que no me afecte, quiero enterrar por fin mi corazón y tener las mejillas secas de no llorar.


Me conformo con volver a ser una niña común, una niña que llora porque no le gusta la comida, o porque se le ha caído un botón a su muñeca favorita. Quiero no tener que querer estas cosas. Quiero reir y olvidar. Quiero que mi mayor problema sea que he perdido ese botón.

Quiero un abrazo y quiero esa sonrisa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario